ONU busca intervenir en las elecciones de EEUU


Por Jorge Acuña

Con el mundo lleno de problemas, Naciones Unidas está gastando su dinero en el envío de un «enviado especial» que investigue sobre el racismo que se produce en uno de sus países miembros. ¿Cuál será ese país? Estados Unidos, por supuesto.

El enviado en cuestión, Doudou Diene, de Senegal, investigará «las actuales formas de racismo, discriminación racial, xenofobia e intolerancia relacionada» que se produce en distintas ciudades norteamericanas.

De hecho, Estados Unidos es el país menos racista de la Tierra. La visita de Diene no es más que un insulto calculado sobre el pueblo y el gobierno estadounidense, para influenciar las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos.

Obviamente, ese país tiene sus problemas. Pero es complicado afirmar que un país, donde el candidato presidencial de uno de sus partidos políticos es afroamericano y que en el otro partido participan eficientes miembros de la comunidad negra, hispana y asiática, como Colin Powell, Condoleezza Rice, Carlos Gutiérrez, Alberto Gonzalez y Elaine Chao, sea activamente racista.

Los Estados Unidos también poseen una población de 40 millones de inmigrantes provenientes de todas partes del globo, fácilmente la población inmigrante más numerosa de cualquier nación. Ojalá Diene se de cuenta de ello.

Para ver cuan absurda es esta idea, solo hay que mirar el comportamiento de Estados Unidos a nivel internacional. Cada año, se gastan billones de dólares, del sector público y privado, para ayudar a las naciones más pobres del mundo, gente que no comparte el mismo color de piel o que no tiene la misma religión que la mayoría étnica que vive en territorio norteamericano.

En las últimas dos décadas, Estados Unidos ha intervenido militarmente en favor de Kuwait, Arabia Saudita, Somalia, Bosnia y Kosovo, países que no tienen nada en común con los valores norteamericanos, sea en raza o religión.

Cuando un tsunami azotó Tailandia en 2004, la ayuda de Estados Unidos literalemente inundó a ese país asiático, aunque algunos de los beneficiarios incluyeron a aquellos que aplaudieron los ataques del once de septiembre. Barcos de la Armada estadounidense atracaron en la costa tailandesa para otorgar la ayuda que desesperadamente buscaban las víctimas. Todavía se encuentran voluntarios trabajando allí.

En Birmania, un país que virtualmente no posee equivalencia cultural, racial o étnica con los Estados Unidos, éste país hizo todo lo posible para salvar vidas después de lo ocurrido por el paso del Ciclón Nargis.

Aviones y barcos norteamericanos llenos de ayuda de emergencia y voluntarios fueron forzados a esperar mientras el despiadado régimen militar birmano dejaba morir a su gente. No hubo ninguna acción por parte de Naciones Unidas para cambiar la situación.

Los datos son claros: el total de la ayuda entregada por el sector público y privado estadounidense es de 130 billones de dólares en 2006, época de la medición más reciente. Según el Heritage Foundation eso significa un incremento de 6% comparado con el año anterior y es cuatro veces mayor que lo entregado por el que sigue en la lista.

Añada eso los 500 billones de dólares en gasto de defensa, que en gran parte va destinado a proteger a otras naciones del flagelo de la guerra, el terrorismo o los violentos atentados contra el comercio internacional. Esto, claramente, no demuestra racismo alguno.

Mientras tanto, Naciones Unidas no tiene parangón. Por ejemplo, es directamente responsable por mantener encampados a los palestinos por más de 60 años mientras aprueba resolución tras resolución en contra del único régimen pacífico, próspero y democrático del Medio Oriente: Israel.

Las Naciones Unidas deberían investigar el rampante racismo de otros miembros, que toma la forma de un odio extremo en contra de Occidente y sus valores.

Tomemos Sudáfrica, país que fue anfitrión de la Conferencia de Durban de la ONU que, entre otras acciones, igualó al sionismo con el racismo. Siendo que Sudáfrica sufre las peores acciones de limpieza étnica a manos de milicias armadas que se han ensañado con los inmigrantes de la región.

¿Dónde, nos preguntamos, está el enviado especial para Sudáfrica? ¿O el enviado para Zimbawe, donde Robert Mugabe lleva a cabo una brutal limpieza étnica para remover a los granjeros blancos de su propiedad y para destruir a la oposición política?

¿Qué me dicen de un enviado para el mundo árabe, que ha gastado la última media década expulsando y negando los derechos de judíos y cristianos?

Como hemos indicado, la época de la visita del enviado especial Diene es altamente sospechosa. ¿Será que Naciones Unidas esté jugando para el bando de Barack Obama, hablando del racismo para ingresar en la conciencia del público norteamericano como manera de influir en los resultados de las próximas elecciones?

Recordemos que el rival de Obama, John McCain, ha propuesto una nueva Liga de las Democracias que perjudicaría a Naciones Unidas.

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